SE MIRA Y NO SE TOCA

I

Celebro en esta presentación, -estar junto a Lucía Egaña-, en el lanzamiento del libro Archivo imperfecto de Ángeles Donoso y Paz Errázuriz, en este salón Blanco del Museo Nacional de Bellas Artes. Espacio heterotópico elegido por sus autoras para este acontecimiento y antesala del muro del Museo de Arte Contemporáneo, que alberga en el pasillo que une ambos edificios, cuatro fotografías de Paz Errázuriz, que también comparecen en la publicación que ahora presentamos con Lucía.

Gozne entre la escritura ensayística de Ángeles Donoso e imágenes residuales de los años ochenta del siglo pasado, signadas por la violencia histórica de la dictadura cívico militar y sus secuelas hasta hoy: imágenes fotográficas de Paz Errázuriz en tiras de pruebas; imágenes fotográficas latentes; imágenes fotográficas “reveladas”; imágenes fotográficas, que evocan a otras imágenes fotográficas de su propio archivo y también de otros autores y otros archivos; y otras imágenes, cuyos encuadres, de un ramalazo nos lanzan a la escena coadyuvada por la escritura. Imágenes fotográficas seleccionadas de carpetas digitales del computador, que albergan en su totalidad un archivo fotográfico de casi cinco décadas de trayectoria fotográfica de Paz Errázuriz.

O como prefiere Ángeles, del devenir fotógrafa de Paz, en la medida que: “La idea de imperfección que intento elaborar”, escribe Ángeles, “está indefectiblemente ligada a las ideas que ya tengo de “la obra” de Paz Errázuriz. De la figura de Paz como “fotógrafa autora””.

Un libro entonces que revisita un tiempo infame demandado hoy por el deseo de “hacer un libro sobre mujeres” como recuerda o mal recuerda Ángeles Donoso, que le propuso Paz al comienzo. Un proceso que discurre en un devenir de espacios entre un aquí y allá de lugares de residencia, entre Santiago y Nueva York, que distan interlocuciones entre archivo y mirada como refrenda Ángeles: “Paz me enseña fotos, yo le comparto ideas” (p.37) “… miramos las mismas fotos. Vemos cosas distintas”, había dicho (p.28). Más aún, una exploración feminista, un ensayo que ensaya formas de abordar e interrogar visual y textualmente, las categorías “mujer” y “mujeres. (P.11).

Pulsión que urge a apropiarse del espacio heterónomo del libro, para concebir otra realidad fragmentaria a través de su deseo manifiesto. Una declaración sin ambigüedades, que en otra página escribe de querer hacer “una exploración feminista, un ensayo que ensaya formas de abordar e interrogar, textual y visualmente, las categorías “mujer “y “mujeres” y a la vez intenta responder al desafío de realizar una crítica feminista sin circunscribirse a las políticas identitarias ni reforzar paradigmas o discursos patriarcales. Diría: Desde la vereda del frente, contraataca a las escrituras canónicas y feminismos esencialistas, burocráticos, situándose en otro lugar, en el entremedio de la lengua y el estilo: el espacio de la escritura, de una escritura en movimiento.

Así, se va gestando el deseo de Paz de hacer un libro sobre mujeres, por un lado; y el de Ángeles, de desplegar la idea de un “archivo imperfecto: tarea que impele al trabajo autoconsciente en dupla, instancia metodológica, en tanto define la RAE como “conjunto de dos personas …que contribuyen a un mismo fin y que suelen complementarse” (p.37).

A partir del hallazgo conceptual que da lugar a la publicación, la imagen de un archivo imperfecto activa las complejidades que en su tránsito recorre la escritura que aborda a un archivo conceptualizado como aparato (Déotte). Esto permite desclasificar y resignificar del fondo inerte del pasado, qué señala, qué entiende, qué incorpora o desecha la categoría mujer, o mejor, mujeres. Cómo se ordenan las diversas expresiones de época considerando el archivo como una estructura epistémica, en este caso imperfecta. y caja de herramientas del arte y la cultura contemporánea en donde estamos todas y todos en el escenario… pero en distintos lugares… agenciamiento que cuestiona la objetividad de un sólo punto de vista y en su defecto, libera intuiciones que, como escribe Ángeles, no llegan a conformar argumentos.

Archivo imperfecto que se mira y no se toca, tampoco se huele, como lamenta Ángeles Donoso, cada vez que se enrostra frente a las imágenes que han sido desbrozadas de las carpetas digitales: “Lo que miro son registros fotográficos de larga data traducidos en códigos binarios. Escalas de grises, trazos de luz proyectados en la pantalla de una computadora”. Ahora, parte de ellos, están impresos en el libro que presentamos.

Acota: “Comienzo a pensar en esta constelación de imágenes digitales desde el prisma de la imperfección, o más bien: en el conjunto de carpetas que la contiene como un archivo imperfecto. Le propongo a Paz que usemos este concepto-imagen como título del libro (p.23)”.

A partir de ese pacto, Paz y Ángeles proyectan un ensayo que desmantele concepciones y expresiones culturales naturalizadas de los conceptos y alcances de las palabras “mujer” y “mujeres”, sirviéndose de un archivo “imperfecto” de imágenes rezagadas; organizado a partir de categorías inestables… archivo imperfecto, porque “la misma categoría que significa, impulsa y le da sentido a toda la exploración, “mujeres”, también la desestabiliza” (p.31), como propone.

Entonces, un libro que nos convoca hoy 28 de julio, en un marco conmemorativo de cincuenta años del Golpe de Estado de 1973. Itinerancia que propone una revisión de imágenes residuales de mujeres, en su mayoría, imágenes inéditas o discontinuas del archivo digital de Paz, en interlocución con la escritura feminista de Ángeles Donoso; quien en los años ochenta era una niña como aquella que mira a la cámara con una bandera en sus manos en la página 101. Una foto realizada por Paz, en alguna manifestación en apoyo a Pinochet, en el contexto del plebiscito del 88.

Paz Errázuriz, 1988.

“Una niña que podría haber sido yo”, escribe Ángeles, para luego insistir: “No puedo dejar de pensar en que tenemos casi la misma edad: la foto, la niña fotografiada, yo”. Así, escrito en un presente imperfecto, en el que la escritora admite que el pasado se le ponga por delante, gracias a la fotografía que contempla.

El libro rescata la vida civil de mujeres, niñas, amigas, políticas, parejas cuir, vecinas de ollas comunes, peregrinaciones de piadosas a Peñablanca, manifestaciones en las calles, pegoteos furtivos de afiches en los muros, escenas de pobreza cotidiana, cuerpos inefables de mujeres marianas todas vestidas de blanco, mujeres de todas las edades, mujeres circenses, mujeres apasionadas…y junto a ello la escritura dispone de ochenta y siete fotografías desclasificadas y re organizadas desde el devenir crítico del presente, que echa mano de su sólida caja de herramientas, conceptual; que desvela un marco teórico contundente que le brinda fundamento a cada decisión que conduzca el ensayo.

16 verbos dirigen las acciones que traman el libro y una de ellas es la de “revisitar las lecturas formativas. Citar, parafrasear y evocar escritoras que me inspiran. Dejar trazada la genealogía que alimenta esta reflexión, porque tal como dice Alejandra Castillo a propósito del trabajo historiográfico que desarrolló Julieta Kirwood durante los años ochenta “el gesto feminista está en el reconocimiento, en la mención, en la cita, pero sobre todo en la filiación genealógica” (p.15). Agrego: necesaria para la sobrevivencia (Adrienne Rich).

 

II

Una inesperada imagen transita sin apuros por la portada, lomo y contraportada de este libro: exhibe su marca indeleble, graphesis, de Archivo imperfecto, que emula una textura, especie de epidermis que me hace asociarla a cómo se había manifestado en alguna publicación anterior de Paz Errázuriz, (Premio Nacional de Artes Plásticas 2017). Esta vez, la superficie que recubre el libro se despliega en una panorámica que, cuando al fin descansa en la contraportada, muestra a una mujer en pose inclinada que manipula unas cuerdas para darle cuerpo, volumen, a lo que luego, nos damos cuenta se trata de una extensa lona, al parecer una carpa ¿de circo?, capturada por Errázuriz en 1981 en Chillán. No es inocente esta referencia al circo, como imagen porfiada en la obra de Paz: Albricias, como celebra a su amiga y yunta, Nicanor Parra (2004):

Querida Paz

He dicho muchas veces

Y lo repito con muchísimo gusto

Que sin circo no hay antipoesía Alguna vez ahondaré en el tema

Por el momento vas a tener que creérmelo

Sin + ni +

A lo compadre

En consideración a nuestros factores comunes

Albricias

Y que te vaya bien en tu proyecto.

Paz Errázuriz, Chillán 1981.

 

III

     Archivo imperfecto: el título y los nombres de ángeles donoso macaya + paz errázuriz, en “dupla” en la portada, se desentienden de las mayúsculas del patronímico para intensificar el efecto de la elección significante de la tipografía que habita el libro de cabo a rabo: emula la de las máquinas de escribir manuales, coetáneas a los años ochenta, que sirve de telón de fondo a las imágenes aquí presentes y delimita el tiempo imperfecto del archivo. ¿tiene algo que ver con eso de renunciar a nombrarse con mayúsculas?

Ahora, el sonido del tecleo que marca con tinta el papel, se hace inaudible por la suplantación de la bohemian typewriter o love letter, o quizás otra, de la abundante oferta tipográfica de la industria digital, que eligió el diseñador para que recorramos 183 páginas lustrosas, impresas en papel couché, a través de esta publicación bilingüe, diseño de Vicente Vargas, escrita y traducida por Ángeles Donoso a partir de imágenes en su mayoría inéditas, discontinuas y “fuera de series” del archivo digital de Paz Errázuriz.

Nueve sustantivos ordenan el índice de Archivo imperfecto: preámbulo, mujeres, duplas, muros, tríos, niñas, trajes, familias, protesta. Cada sustantivo es una categoría que distribuye, como capítulo, el destino de las imágenes seleccionadas sometidas a reflexiones, descripciones, comentarios, impresiones, evocaciones… |no obstante, la categoría “mujeres” incluya a las demás.

La primera imagen que enfrentamos en el preámbulo es un busto (horroroso) de Delia, expuesto sobre un plinto que reza FUISTE “LA ABNEGACIÓN MISMA” BAUDILIO.VALP…”, registrada por Paz en el cementerio de Playa Ancha de Valparaíso. Según consigna Ángeles, a Paz le encanta esa imagen, a pesar de que nunca haya sido seleccionada en ninguna muestra por algún curador.

Según Ángeles la fotografía de Paz marca la imposibilidad de capturar a “Delia”. “Una imagen que no recupera nada: ni su figura, ni su mirada, ni su recuerdo”. Según la escritora lo único que la foto enfoca y centra es el homenaje vacío de Baudillo, junto a los ojos hueros de la escultura. Sin embargo, esta primera imagen la activa para poner en marcha un libro de mujeres que, en su diversidad, permite justamente desestabilizar la “abnegación” como atributo mujeril que le atribuye Baudillo para su propio beneficio: atributo en declinación del eterno femenino construido y heredado por la cultura patriarcal. DELIA: INVERSIÓN DE IDEAL. Primera imagen de arte fúnebre que se tensa con la última imagen que cierra la publicación.

Paz Errázuriz, años 80.

Todo el libro se propone como un complejo artefacto cuyo entramado se presenta en primera persona, en presente indicativo, grado cero de la escritura y de la imagen. Quiero decir, que Donoso y Errázuriz se pasean a través de las páginas, bajo un haz de luz que se desfigura según las distintas velocidades según transcurra la escritura frente a las imágenes que pasen delante de su vista, en su momento existencial. Coherencia que se manifiesta en los comentarios a la última imagen que cierra el último capítulo del libro: protesta. Alude a la fotografía de Paz, del encuentro realizado en el teatro Caupolicán a finales de diciembre de 1983. En ella se percibe la mirada concentrada de Violeta Zúñiga, mientras baila una cueca sola en tanto “sus pasos dibujan la ausencia de su compañero Pedro Silva”, escribe.

Consigna Ángeles: “Sí, todo es presente en este registro, todo está en proceso, haciéndose: no sólo la danza, que ocurre mientras la fotógrafa hace el registro y sigue ocurriendo mientras escribo estas líneas más de cuarenta años después, sino también la escritura, la de la joven parada sobre la tarima, tarro de spray en mano, lista para trazar las letras cuyas líneas apenas se distinguen, y la mía aquí, en estas páginas” … “Consignas que todavía resuenan: ¡Hoy y no mañana, por la vida! No más porque somos más”.

Momentos, encuadres, fragmentos en el espacio liso del papel, dirigidos por las impresiones que le sugieren las poses y posibles interpretaciones que emanen, a partir de las actitudes de las personas, mujeres, fotografiadas que conduzcan los humores de la escritura: Ángeles las indexa a partir de lo que le provocan las fotografías mientras las ve: seducción, desplante, voluntad, pudor, misterio, alegría colectiva, cariño, vejez, seguridad, convicción, tranquilidad, arrojo, solemnidad, espectáculo, cansancio, tristeza; identifica 16 actitudes sustantivas. “Lo que intento, lo que anhelo: que las fotos y las palabras se encuentren en la página”; apuesta Ángeles. Recalca que este libro, desea sugerir más que argumentar; propone lo indeterminado, provisorio, más que el determinismo de un juicio crítico definitivo.

Paz Errázuriz. Violeta Zúñiga en el Teatro Caupolicán, 1983.

 

IV

De nuevo: ¿Por qué un archivo imperfecto? … 16 acciones instigan la voluntad de una escritura performática, activista, anclada en mandatos infinitivos de verbos cuyo horizonte “comienza en la forma de una promesa”- como declara- y; aún más lejos, veo, adquiere alcances de manifiesto. “Ideas que operan como principios. El pensamiento y la imaginación proyectándose hacia el futuro” … “Un ensayo que no progresa. Una escritura que intenta replicar, en su forma, lo que las fotos también ensayan, sin devenir narrativa”, según ella misma escribe. (31).

En el ensayo se explaya una escritura bajo techo, una demanda de cohabitación, de a dos en un cuarto propio, en el que ya han hecho lo suyo, señeras publicaciones de Paz Errázuriz en coautoría con Claudia Donoso en “La manzana de Adán”; con Diamela Eltit, en “El infarto del alma”; o con Malú Urriola, en “La luz que me ciega”, a quién dedico este texto; y otras duplas más recientes, en las que reconoce las de Jorge Díaz, o quizás, Niki Raveau.

Este Archivo imperfecto es un ensayo que intenta responder a una dificultad. Se plantea como eje conceptual, el entramado o el suelo que hace posible converger ideas persistentes de nuestro acontecer. Insistencias y repeticiones que nos permite reconocernos y a la vez, identificar señales a nuestro derredor: En nuestro caso, apela a la memoria que se resiste a un olvido, porque no ha zanjado su deuda con los cuerpos de los desaparecidos. Archivo imperfecto que nos devuelve inexorablemente a la condena de habitar un purgatorio de muros y protestas, que Ángeles Donoso junto a Paz ponen entre ceja y ceja, y entre muros, jardines e interiores donde deambulan mujeres. “Duelo imposible y diferido” porque percibe la imposibilidad de un descanso; porque no hay cuerpos. “Habeas corpus”: Carta Magna – herida abierta a cincuenta años de la conmemoración del Golpe de Estado de 1973, que enmarca el lanzamiento de esta publicación.

*Archivo Imperfecto de ángeles donoso macaya + paz errázuriz , editorial Metales Pesados, 2023.